Binomio Construcción-Turismo de masas en Tenerife.

Escrito por Fátima Fernández
I de Grado de Turismo

Antecedentes
El Boom del turismo de masas que se produce en Tenerife en el año 1960, a raíz de la implantación de una estrategia económica en España para estabilizar la economía, da como resultado en la isla:
Una “transformación económico-social“, y sobre todo territorial, ya que el crecimiento del sector servicios impulsado por la actividad turística favorece el desarrollo del “Sector de la Construcción“ motivado por la construcción hotelera y parahotelera y a través de las obras públicas de infraestructuras en torno a las mismas, y además promueve el “Desarrollo del comercio“ en torno a tres grandes grupos de productos: alojamiento, restauración y servicios comerciales y de ocio, las agencias de viaje, los tour operadores y los servicios complementarios especializados, que también conllevan el desarrollo de actividades colaterales a la construcción.
En un primer momento, fueron sobre todo los Alemanes los que se hicieron con grandes bolsas de suelo y promocionaron nuevos complejos turísticos. Más recientemente adquirieron una gran dimensión las compañías de capital canario, compitiendo con una alta rentabilidad y alcanzando un grado de capitalización importante, gracias al propio negocio turístico insular, que les permitió invertir en una gama más amplia de actividades, puesto que toda Promotora-Constructora tambien era propietaria de un restaurante, un hotel, una casa rural, etc. Simultáneamente, el tejido urbano de promoción turística se ha ido extendiendo por toda la geografía de la isla, con intervenciones cada vez más complejas y que han llegado a poner en peligro el equilibrio ecológico.
Esta oferta, no ha cesado de incrementarse, pese a las distintas etapas de recesión desde la crisis del petróleo de 1973 hasta la crisis de septiembre de 2001, cuando se auguraba una recesión internacional del turismo, tras el episodio de la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York. En este periodo se puede afirmar que Tenerife se convirtió en un destino dotado de una oferta cualificada y que resistia muy bien las situaciones críticas, aunque la vorágine constructiva haya deteriorado algunos parajes de un gran valor ecológico y haya modificado la dinámica natural de algunos espacios, alterando las mareas, la circulación de las arenas, haciendo peligrar la conservación de algunas especies endémicas y destruyendo la propia conformación orográfica de lomos y barrancos, con un tipo de edificación que no ha respetado la fisonomía original del territorio.

El binomio construcción-turismo.
A Tenerife le ha correspondido, desde la década de los setenta, una especialización productiva que ha tenido en el binomio turismo-construcción el actual eje vertebrador de su economía. Teniendo como hilo conductor la implantación del turismo de masas, el crecimiento urbanístico insular en todas sus modalidades ha ido generando un fuerte sector empresarial de naturaleza inmobiliaria que ha terminado ligando a los grandes propietarios de la tierra con las mayores constructoras de Tenerife. El resultado actual se ha ido gestando a lo largo de las tres últimas décadas y el crecimiento de estas grandes sociedades ha ido parejo con la mayor transformación territorial de la historia de la isla. Junto a las grandes propietarias-constructoras locales, destacan las de procedencia peninsular que ligadas al capital financiero del país, tienen ya una dilatada historia de actuaciones en Tenerife, tanto en la construcción de infraestructuras, como en la producción de vivienda.
La distribución espacial de las inversiones en Tenerife motivadas por el turismo se hará principalmente en los municipios de Adeje, Arona y Puerto de la Cruz. Se trata de comarcas con un desarrollo turístico de masas más extensivo que en ningún otro punto de la isla, que además reciben turismo residencial y deportivo, pero también con núcleos turísticos locales y de residencia para la población de servicios.
La tipología de las edificaciones construidas para el turismo se centra en primer lugar en las obras realizadas en las áreas planificadas para el turismo de masas con hoteles, apartamentos y bungalows, continuando con apartamentos y casas de vacaciones de segunda residencia para familias tinerfeñas que las alquilan en los periodos que no las ocupan.
Otras obras a tener en cuenta son las obras públicas con fines turísticos, puesto que serán necesarias actuaciones en infraestructura viaria en la isla de Tenerife para potenciar los corredores entre los puertos y aeropuertos y las urbanizaciones turísticas. Es por ello que de nuevo el turismo de masas se relacionará con la construcción ahora de obras públicas, puesto que las infraestructuras de transporte se tendrán que construir para fines turísticos como primer justificante y partiendo de la base de que un porcentaje abrumador de los turistas acceden a la isla a través de los aeropuertos por motivos obvios de lejanía, gran parte de las inversiones se han canalizado a la realización de dos aeropuertos en Tenerife, los Rodeos y Reina Sofía, a ampliar pistas, nuevas terminales de pasajeros, etc.. Aparte de las inversiones en carreteras, única red viaria utilizada por los turistas para llegar a los puntos de destino.
El turismo, en este contexto es, inicialmente, la justificación que facilita la actuación especulativa inmobiliaria, amparándola en la generación de empleos, la potenciación de la demanda de bienes de consumo local y la incorporación de un núcleo de influyentes rentistas insulares. El clima de pequeñas y grandes corruptelas urbanísticas e institucionales estará servido.
La masiva adquisición de activos, agrarios y valores inmobiliarios en áreas urbanas expansivas y zonas litorales turísticas por parte de inversores extranjeros, en la década de los ochenta y principios de los noventa, refleja que “…..los compradores de tierras se fijan más en las posibles plusvalías que en la magra rentabilidad del negocio agrario….”.
La total liberalización del mercado de las tierras al capital extranjero, anticipado por las facilidades en la adquisición de viviendas, impulsará un rápido “boom especulativo”.
La presión especulativa sobre la tierra como bien comercializable o patrimonio con potenciales plusvalías, se viene reflejando en la adquisición y acumulación de fincas rústicas situadas en los aledaños de las ciudades y núcleos turísticos consolidados, en zonas con potencial turístico alternativo y/o complementario y en la adquisición de casas rurales y fincas.
La forzada “recesión” temporal de la “burbuja inmobiliaria” y sus expresiones especulativas sobre el territorio, corresponde más al fracaso expansivo de la década de los setenta y ochenta que a su desaparición por el surgimiento de una “nueva cultura”.
A finales del siglo XX, con la consolidación normativa de los Espacios Naturales Protegidos, los encargos y actuaciones preventivas de los PIOTs y la creciente presión ambientalista, ya se nota una recesión del binomio Construcción-Turismo.
Es a partir del año 2008-2009 cuando se satura el mercado inmobiliario, suben los intereses, se rompe la Bolsa inmobiliaria, y es cuando podemos extender un “Certificado de defunción” de la economía tinerfeña basada en el Binomio Construcción-Turismo.

Conclusiones.
El Archipiélago Canario se ha venido especializando en la búsqueda de un mercado turístico que se ha denominado como turismo de masas, una modalidad que ha consolidado a las Islas como un importante destino turístico mundial. Paralelamente al sector turístico, se ha desarrollado en la isla de Tenerife el sector de la construcción, ambos han generado en estas últimas décadas la mayor parte de la riqueza económica insular.
Para salvaguardar la apuesta de este tipo de desarrollo, desde la década de los años noventa se han tratado de captar nuevos segmentos de demanda, se han desarrollado planes de calidad y se han diseñado políticas de control para el crecimiento de la infraestructura turística. Ello es síntoma de que aumenta la preocupación por la consolidación del sector, por evitar la obsolescencia de la oferta y por salvaguardar el legado de nuestro patrimonio natural, el mayor reclamo de que dispone este territorio.
La confrontación está servida, pues el modelo turístico de Tenerife, a pesar de que se quiera indicar lo contrario, utiliza como uno de los indicadores de la evolución económica de las islas, la entrada de turistas en cada mes, viéndose con buenos ojos el ascenso del turismo, mientras la rentabilidad por turista desciende. La consecuencia inmediata de este turismo de masas de bajos ingresos que crece en cantidad pero no en calidad, es una mayor presión sobre la infraestructura y los servicios, con una rentabilidad marginal a nivel macro económico, por tanto, muy dudosa.
Todo esto es demandante de infraestructuras y servicios que desbordan a las instituciones locales, y su política se centra en una excesiva calificación de suelo de uso turístico con un claro fin impositivo, hecho que ha propiciado la aparición de urbanizaciones y trazados de viales inacabados. De esta manera, la población de la isla sufre las consecuencias de un modelo que parece primar el constante incremento de los turistas que nos visitan y no el desarrollo sostenible de ese espacio.
En cualquier caso, este es el impacto inmediato, pero detrás de ello existe, entre otros problemas:
– Una pérdida de suelo con un enorme potencial agrícola.
– Un agotamiento del sector de la construcción, puesto que estaba dando trabajo a profesionales, técnicos y obreros, tanto autóctonos como inmigrantes, de los cuales, los primeros ahora se han arruinado o han tenido que emigrar a países emergentes, y los propios inmigrantes que han tenido que regresar a sus países, pues el reclamo que los había traído a la isla para trabajar, se ha agotado.
– Finalmente la consecuencia más sufrida en la isla actualmente, es la ruina de muchas familias, que con el boom inmobiliario se hipotecaron con grandes chalets adosados, apartamentos de segunda residencia en zonas turísticas o pisos de inversión, que ahora con la falta de trabajo no pueden pagar sus hipotecas ni dar de comer a sus hijos, se ven desahuciados de sus viviendas, sus familiares también, puesto que fueron avalistas de sus hijos, y ahora con casi un 30% de paro en la isla, volvemos a la tradición, viviendo todos en la misma casa, y comiendo hijos y nietos de la pensión de sus abuelos.
Solo me queda añadir, que la vida es continuo cambio y que debemos generarlo, así que es nuestra responsabilidad renovar nuestra forma de vida, comenzando por nosotros mismos: menos materialismo y más valores.

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